jueves, 4 de febrero de 2016

¿Qué modelo de fútbol queremos?



La venta de Jackson Martínez a Guangzhou Evergrande, en una operación totalmente inesperada, ha hecho que mucha gente se lleve las manos a la cabeza. No es la primera vez. Y es que este mercado de invierno se podría catalogar como una revolución china futbolística en cuanto a fichajes: Ramires, Guarín, Gervinho, M´Bia, Freddy Montero o Lukimya han abandonado sus equipos europeos para unirse a varios proyectos de quilates. También está el caso de Yuri, de la Ponferradina, que se marcha a Qingdaoo Huanghai de Jordi Vinyals, club que milita en la China League One (segunda división), cobrando ahí diez veces más que en El Toralín.

Pero este caso no es para nada nuevo, en realidad. Sí que puede resultar inesperado el que se alcancen cantidades como la cifra de 118 millones entre los siete jugadores mencionados que se van a la Super Liga China, y también la calidad de algunos de los jugadores como Jackson o Ramires, ambos de equipos que actualmente son top en Europa (pese a que el Chelsea esté como está). Sin embargo, este modelo lleva años en proceso.

Todo empezaría a cambiar cuando un 28 de febrero de 2010 el Evergrande Real Estate Club se hacía cargo del Guangzhou GPC F.C., un humilde equipo chino cuyo mayor triunfo había sido un subcampeonato de la Super Liga de China en 1993 y que en ese instante pasaba por momentos de dificultad, tras descender a segunda por un caso de amaño de partidos. Xu Jiayin, nuevo presidente del conjunto de Cantón, dejó claras ya sus intenciones: “Vamos a inyectar dinero en este equipo”. Y vaya si lo hizo.
Desde que el Evergrande Real Estate ha tomado control del equipo, el equipo chino se ha gastado 169,61 millones de euros en seis temporadas, cuando la mayor inversión anterior no llegaba al millón.

El equipo comenzó a fichar: en su primer mercado, se gastó 14,7 millones de euros, y ganó su primera liga en su primer año, un triunfo liguero que iniciaría una hegemonía de 5 años seguidos ganándola. Al año siguiente, Guangzhou ya era protagonista en las portadas europeas y sudamericanas: Darío Conca, el mejor futbolista del Brasileirao en 2010, fichaba por el conjunto chino por 8,2 millones y se convertía en uno de los jugadores mejor pagados del mundo, con 14 millones de euros. En 2013, ganaba su primera AFC Champions League, y ahora es el vigente campeón, ganando su segunda Liga de Campeones asiática tras vencer a Al Ahli.

El tanto de Elkeson sirvió para lograr la segunda AFC Champions League.
La serial de jugadores y técnicos mediáticos es interminable: Barrios, Elkeson (historia por el gol en el último título de Champions de Guangzhou), Zhi Zheng, Diamanti, Gilardino, Alan, Diamanti, Ricardo Goulart, Paulinho y Robinho. Una lista de ilustres larga, que también se extiende a los técnicos: Scolari, Cannavaro y Lippi han sido varios de los técnicos de gran fama que han sido entrenadores de Guangzhou. Luego, otros conjuntos se sumarían a las incorporaciones estrella, como fueron Shangai Shenshua, Guangzhou RF o Jiangsu Suning.

Y todo esto, plantea un debate que se lleva años realizando: la marcha de jugadores a países adinerados como Catar o la misma China, ¿se está cargando el fútbol tal y cómo se ha conocido hasta ahora? ¿Es solamente un negocio? Posiblemente sí, pero todo esto tiene otra cuestión, iniciada por los grandes clubes: ¿la globalización puede trasladarse al fútbol?

En realidad, todo esto empezó cuando grandes clubes europeos se empezaron a trasladar a países asiáticos o americanos, que no gozaban de futbolistas de calidad en sus ligas locales y normalmente, como ya se sabe, disponían de más aficionados a los equipos más tradicionales de Europa (sobre todo Inglaterra). No es malo en absoluto y de hecho es natural.
95.000 aficionados australianos del Liverpool llenaron el Melbourne Cricket Ground
Pero ha sido esta tendencia la que ha provocado que millonarios, grupos de inversión o los mismos jeques se hayan decantado también por arriesgarse a inyectar dinero en equipos que normalmente no podrían soñar con tener jugadores con la calidad que tienen los arriba mencionados. Normalmente, suelen ser jugadores ya en el ocaso de sus carreras, pero casos como Ricardo Goulart o el mismo Jackson no son así.


Dicho todo esto, la pregunta a la que se quiere llegar es la siguiente: ¿Queremos un fútbol para todos? ¿O sólo para Europa? Por supuesto que es bueno que los equipos potentes de Europa sigan manteniéndose cómo los dominadores, pero también hay que cuestionarse: ¿el fútbol no es de los aficionados? ¿O sólo de los aficionados de Europa? La respuesta será la que cada uno decida que es la correcta. Pero cabe planteársela.

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