“Es lo
suficientemente bueno para alcanzar las 100 internacionalidades”. Así, con
estas directas pero sutiles palabras, Roy Hogdson hablaba de cómo Raheem
Sterling lo tiene todo para convertirse en el nuevo “main man” de la selección
inglesa. Una figura tan complicada cómo presionada en la cultura inglesa. Y es
que, en los últimos tiempos, la cantidad de futuros hombres clave que la
selección ha buscado da para más longitud que la de una lista de la compra.
Pero lo peor de todo, es que la mayoría han sido “futuros”. Pocas veces “presentes”.
Posiblemente,
sólo Wayne Rooney, uno de los primeros jugadores explotados precozmente, ha
dado la talla y ha alcanzado la fama de estrella mundial, aunque posiblemente
no está ahora en esa categoría. Y precisamente, en la prensa se está hablando
de que Rooney ya no es el más importante en la selección, sino que es Sterling
quien ostenta dicha posición. Se mira al descendiente de jamaicanos cómo si
estuviese repitiendo lo que Rooney hizo en 2004, con varias similitudes: ambos
despuntaron en un club del Merseyside, y ambos pusieron rumbo a Manchester.
Sólo el tiempo
dirá si el talentoso extremo será capaz de emular al máximo goleador de la historia
de los “Three Lions” (empatado con el mítico Bobby Charlton), pero hay varios
motivos para ser precavido ante todo este movimiento de masas. El más hablado
en el verano ha sido el dinero que el Manchester City ha desembolsado para
reforzar (aún más) su ataque: 49 millones de libras, siendo el segundo traspaso
más caro entre clubes de la Premier League, superado únicamente por el de
Fernando Torres al Chelsea.
Pero la
cuestión posiblemente más preocupante es la cantidad exagerada de futuras
promesas que una nación tan poderosa históricamente cómo Inglaterra ha dado,
sin resultado, desde el boom que supuso el del mencionado Rooney. Echando la
vista atrás (8 años) y repasando la ya famosa imagen del futuro (cuantas veces
utilizada esta palabra) once de la selección inglesa, todos han sido fracasos
excepto Theo Walcott, que ha destacado pero no tanto como para ser una figura
cómo Rooney fue. Y el resto del once es desalentador: sólo Micah Richards
(suplentísimo el año pasado en la Fiorentina, hoy en el Aston Villa) y Scott
Sinclair (también en Villa Park) continúan defendiendo camisetas de equipos de
la Premier League, junto a Theo. El caso más denigrante es el de Michael Johnson,
hoy sin equipo y con problemas mentales.
Y casos
cómo estos podrían tener continuaciones: Jack Grealish, reciente debutante con
el Villa e incluso titular en una final de FA Cup, está siendo tema de
conversación debido a la posibilidad de que pase a integrar la selección
inglesa, pese a ser internacional en categorías inferiores con Irlanda; Patrick
Roberts ha fichado por el City tras el pago de 8 millones de libras, una gran
cantidad para un joven de 18 años; o incluso John Stones, cuyo fallido fichaje
por el Chelsea ha dejado el culebrón del verano tras ofrecer incluso 40
millones de libras.
Pero el
presente se presenta sin muchas nubes: la fase de clasificación ha sido brillante
en un grupo que no era tan fácil, con Suiza cómo un rival duro. Pero ahora las
vistas apuntan a una Eurocopa clave para esta nueva generación inglesa, siendo
uno de los últimos torneos (junto al Mundial 2018) para el máximo ídolo, para
Rooney, que va a dejar paso a una renovación de plantilla que en Francia
comenzará a jugarse las castañas para ver si valen o no, sobre todo tras el mal
Mundial 2014. El no ganar el torneo no será, aun así, una decepción grande, pero
sí que se pide por lo menos las
semifinales y, sobre todo, que se consolide el nuevo “main man” del futuro.
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