“Esta no es mi Sampdoria, no es el equipo fuerte que hemos construido y que queremos fortalecer. Posiblemente, en el fútbol nunca puedes decir que eres fuerte.”
Sí, esto lo dice el hombre postrado en la foto. Tras la mayor
humillación en la historia reciente de uno de los equipos más históricos de
Italia (junto con el descenso a la Serie B), su presidente, Massimo Ferrero, sale
al terreno de juego del Olimpico de Turín (debido a que el césped del
Ferraris estaba siendo renovado). Aplaude a la afición, que sin embargo pide
que se acerque para que dar explicaciones reales de lo ocurrido. Ferrero ignora
dichas peticiones y sigue aplaudiendo y mandando besos. El nuevo entrenador,
Walter Zenga, pide también disculpas. Su equipo acaba de deshonrar a una
afición destinada a sufrir. Una clasificación para la Europa League de rebote
debido a los problemas financieros del eterno rival, el Genoa, reanimaba las
esperanzas de volver a destacar.
Sin embargo, el fútbol de hoy en día te obliga a, si hace falta, estar totalmente activo desde Julio, si es necesario, y eso Zenga no lo supo transmitir a sus jugadores. Tácticamente, el planteamiento del milanés fue un fracaso tremendo por motivos variados, a lo que el técnico, portero en sus tiempos mozos, decidió asumir responsabilidades. Y bien asumidas, porque defensivamente se vio a la peor Sampdoria de los últimos tiempos.
El planteamiento de Zenga, una debacle defensiva. |
El equipo sale
con un 4-3-3, en el que Fernando, flamante fichaje del Shakhtar Donetsk, actúa
cómo pivote defensivo (demarcación habitual) y Barreto y Soriano cómo volantes.
Obiang ya no está, por lo que el centro del campo necesita una restructuración.
Pero hay un problema que no se soluciona en este centro del campo, que es la
creación. Siendo Soriano más bien un mediapunta y Barreto un jugador de banda,
no existe organización alguna. Y eso lo notó la Sampdoria ya desde los primeros
minutos: no quedaba otra salida que el balón largo, a esperar que Muriel o Eder
cogiesen alguna. Además, se notaba mucha más agresividad en la presión serbia,
que no tenía problemas en presionar con 5 o 6 jugadores más motivados que toda
la Sampdoria junta.
Pero el fallo
grave, y que condiciona al equipo para el resto del partido, es el primer
tanto. Lo primero a destacar es que no está el centro del campo bien cubierto,
por lo que los centrales se encontraban en inferioridad ante cualquier
combinación mínimamente decente de los serbios, que creaban superioridad
numérica. Y sería peor en el 0-1, uno de los tantos más simples que sin embargo
para la Sampdoria resulta imposible detener. Un simple pase de Stanisavljevic
que, por la lentitud extrema de Palombo (ya veremos que su partido continuaría
con la misma tendencia) acaba en Ivanic, que finaliza de manera sencilla.
Tras esto, el
conjunto italiano, cómo es lógico, se marcha al ataque. Pero su ataque es tan
desordenado que llega al grado de dantesco. Ninguna ocasión de peligro del
equipo local en toda la primera parte, más allá de una buena combinación entre
Éder y Muriel que se marchó a las nubes. Otro problema a añadir, y es que la
delantera estaba totalmente separada del
resto del equipo, y no había equilibrio. Lo más grave vendría pronto, y sería
lo que la imagen señala.
Sí, no es un
error. Nueve jugadores. Nueve. En el área contraria. Sólo quedaban en fase
defensiva Viviano y Palombo. La jugada acaba en un tiro al palo, lo cual es un
regalo divino para el equipo de Zenga pues no acaba en gol. Y cómo vemos, la
transición defensiva es casi inexistente.
La segunda
parte sería aun más desagradable para los tifosi de la Sampdoria. Sólo una
ocasión de gol de los suyos, sin un peligro excesivo al bote de una falta. Y la
Vojvodina, que realmente no hizo nada del otro mundo, haría sangre. El ritmo
que la Sampdoria imprimía era pésimo, propio de una pretemporada mal planteada.
Llegaría el segundo en un gol casi tan fácil cómo el otro.
Vemos en la
imagen el pase previo al rechace del tanto. Tres jugadores se quedan
absolutamente anclados mientras que, con un pase que no es nada del otro mundo,
el delantero ya hace un 1 contra 2. La
mencionada escasez de velocidad de Palombo vuelve a relucir en este gol, pues
el atacante se marcha sin apenas oposición. Para Viviano el disparo, pero
Stanisavljevic estaba atento para meter el 0-2.
El tercero
llega ya con el equipo totalmente volcado y con una mala suerte relativa, pues
el balón entra con un poco de fortuna. Y el cuarto ya es la guinda de un pastel
agrio, en el que Ozegovic se regatea a una alfombra llamada “defensa de la
Sampdoria”. Y, con esto, la Vojvodina ingresará salvo sorpresa muy grande en
una cuarta ronda con un prestigio totalmente cambiado, posiblemente ganado pero
también facilitado a pulso por los italianos. Ferrero, desde luego, no estaba
para ponerse a bailar con el pañuelo. Ahora, en estos momentos serios, toca ver
la capacidad de reacción de un presidente convertido en un personaje.
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