viernes, 31 de julio de 2015

“Forse era scritto”

“Esta no es mi Sampdoria, no es el equipo fuerte que hemos construido y que queremos fortalecer. Posiblemente, en el fútbol nunca puedes decir que eres fuerte.”


Sí, esto lo dice el hombre postrado en la foto. Tras la mayor humillación en la historia reciente de uno de los equipos más históricos de Italia (junto con el descenso a la Serie B), su presidente, Massimo Ferrero, sale al terreno de juego del Olimpico de Turín (debido a que el césped del Ferraris estaba siendo renovado). Aplaude a la afición, que sin embargo pide que se acerque para que dar explicaciones reales de lo ocurrido. Ferrero ignora dichas peticiones y sigue aplaudiendo y mandando besos. El nuevo entrenador, Walter Zenga, pide también disculpas. Su equipo acaba de deshonrar a una afición destinada a sufrir. Una clasificación para la Europa League de rebote debido a los problemas financieros del eterno rival, el Genoa, reanimaba las esperanzas de volver a destacar.

Sin embargo, el fútbol de hoy en día te obliga a, si hace falta, estar totalmente activo desde Julio, si es necesario, y eso Zenga no lo supo transmitir a sus jugadores. Tácticamente, el planteamiento del milanés fue un fracaso tremendo por motivos variados, a lo que el técnico, portero en sus tiempos mozos, decidió asumir responsabilidades. Y bien asumidas, porque defensivamente se vio a la peor Sampdoria de los últimos tiempos.
El planteamiento de Zenga, una debacle defensiva.

El equipo sale con un 4-3-3, en el que Fernando, flamante fichaje del Shakhtar Donetsk, actúa cómo pivote defensivo (demarcación habitual) y Barreto y Soriano cómo volantes. Obiang ya no está, por lo que el centro del campo necesita una restructuración. Pero hay un problema que no se soluciona en este centro del campo, que es la creación. Siendo Soriano más bien un mediapunta y Barreto un jugador de banda, no existe organización alguna. Y eso lo notó la Sampdoria ya desde los primeros minutos: no quedaba otra salida que el balón largo, a esperar que Muriel o Eder cogiesen alguna. Además, se notaba mucha más agresividad en la presión serbia, que no tenía problemas en presionar con 5 o 6 jugadores más motivados que toda la Sampdoria junta.

Pero el fallo grave, y que condiciona al equipo para el resto del partido, es el primer tanto. Lo primero a destacar es que no está el centro del campo bien cubierto, por lo que los centrales se encontraban en inferioridad ante cualquier combinación mínimamente decente de los serbios, que creaban superioridad numérica. Y sería peor en el 0-1, uno de los tantos más simples que sin embargo para la Sampdoria resulta imposible detener. Un simple pase de Stanisavljevic que, por la lentitud extrema de Palombo (ya veremos que su partido continuaría con la misma tendencia) acaba en Ivanic, que finaliza de manera sencilla.

Tras esto, el conjunto italiano, cómo es lógico, se marcha al ataque. Pero su ataque es tan desordenado que llega al grado de dantesco. Ninguna ocasión de peligro del equipo local en toda la primera parte, más allá de una buena combinación entre Éder y Muriel que se marchó a las nubes. Otro problema a añadir, y es que la delantera estaba totalmente separada  del resto del equipo, y no había equilibrio. Lo más grave vendría pronto, y sería lo que la imagen señala.


Sí, no es un error. Nueve jugadores. Nueve. En el área contraria. Sólo quedaban en fase defensiva Viviano y Palombo. La jugada acaba en un tiro al palo, lo cual es un regalo divino para el equipo de Zenga pues no acaba en gol. Y cómo vemos, la transición defensiva es casi inexistente.

La segunda parte sería aun más desagradable para los tifosi de la Sampdoria. Sólo una ocasión de gol de los suyos, sin un peligro excesivo al bote de una falta. Y la Vojvodina, que realmente no hizo nada del otro mundo, haría sangre. El ritmo que la Sampdoria imprimía era pésimo, propio de una pretemporada mal planteada. Llegaría el segundo en un gol casi tan fácil cómo el otro.

Vemos en la imagen el pase previo al rechace del tanto. Tres jugadores se quedan absolutamente anclados mientras que, con un pase que no es nada del otro mundo, el delantero ya hace un 1 contra 2.  La mencionada escasez de velocidad de Palombo vuelve a relucir en este gol, pues el atacante se marcha sin apenas oposición. Para Viviano el disparo, pero Stanisavljevic estaba atento para meter el 0-2.


El tercero llega ya con el equipo totalmente volcado y con una mala suerte relativa, pues el balón entra con un poco de fortuna. Y el cuarto ya es la guinda de un pastel agrio, en el que Ozegovic se regatea a una alfombra llamada “defensa de la Sampdoria”. Y, con esto, la Vojvodina ingresará salvo sorpresa muy grande en una cuarta ronda con un prestigio totalmente cambiado, posiblemente ganado pero también facilitado a pulso por los italianos. Ferrero, desde luego, no estaba para ponerse a bailar con el pañuelo. Ahora, en estos momentos serios, toca ver la capacidad de reacción de un presidente convertido en un personaje.

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